top of page
  • Carmen con uVe

Diarios de Nepal


Viajar es aprender de otras culturas. Es descubrir similitudes y diferencias con las gentes de otros países. A menudo, nos sorprendemos de la cantidad de cosas que tenemos en común con un pueblo que vive a miles de kilómetros de nuestra casa. Otras veces, en cambio, nos sorprende descubrir que la realidad es muy distinta a la que ya conocemos. Durante este viaje hemos aprendido muchas cosas de todos los pueblos y culturas con los que nos hemos cruzado, pero especialmente de la cultura nepalí ya que durante tres semanas convivimos con la familia Hamal y colaboramos en uno de los colegios de Palung impartiendo clases de inglés y geografía. Fueron unas semanas de intercambio maravillosas en la que los nepalíes nos mostraron orgullosos su lengua y su cultura y nosotros les intentábamos explicar cómo es nuestra vida en Europa.

En este post, recuperamos fragmentos de nuestro diario de viaje que recogen sentimientos, impresiones y frustraciones durante estas tres semanas para que conozcáis un poco más de la cultura de los pueblos de Nepal, a través de nuestras palabras.

La familia

"Poco a poco vamos conociendo a todos los miembros de la familia Hamal. Con quien más tiempo pasamos en con Ba, que significa “padre”. Es el cabeza de familia y el que se ocupa de los voluntarios. Nos acompaña a todos lados, nos invita a tomar té en todas las teterías del pueblo y así vamos conociendo a los habitantes de Palung. Poco a poco Efrén pone en práctica las palabras que estamos aprendiendo de nepalí. A mí me está costando un poquito más.

La familia Hamal es muy grande. Ahora en la casa viven sólo dos de los hijos de Ba con sus mujeres: Sanjae con Yuna, y Sharad con Sanjana y sus dos hijos, Abu y Tabu. Los niños son la alegría de la casa. Además con nosotros vive también Gita, de 13 años, que ayuda con las labores del hogar a Yuna y Sanjana. Aquí los hombres no se ocupan de ninguna de estas tareas. La mujer de Ba (que llaman Ama, que significa “madre“) y los hijos de Sanjae y Yuna viven en Hetauda, una ciudad a unos 80 Km de Palung. Los padres se trasladaron aquí por motivos de trabajo y la abuela se fue a la ciudad para que los chicos pudieran seguir yendo a su escuela".

La familias nepalíes son un piña. Se ayudan entre todos. Lo normal es que vivan varios matrimonios, hijos, primos o cuñados en la misma casa. Donde caben nueve caben diez. Del mismo modo, la economía familiar es común. Si uno de los hermanos tiene un salario mejor lo utilizará para ayudar a los demás. Por ejemplo, la familia Hamal sale adelante en parte gracias a las ayudas de Sapan, nuestro contacto (ahora amigo) e hijo pequeño de la familia. Sapan ha podido estudiar en la universidad y en la actualidad trabaja en una ONG en Katmandú, la capital del país. Él vive junto con el hermano mayor, su mujer, sus hijos y una de las hermanas de la mujer. Un joven de su edad y posición en Europa tendría un piso para si mismo y se gastaría su sueldo en viajar, salir a cenar con los amigos, al cine… Por suerte, el trabajo de Sapan le ha permitido conocer otros países y gente de muchas nacionalidades. Es el gran orgullo de sus padres.

Efrén charlando con Ba, el cabeza de familia

Con la familia Hamal el día de nuestra despedida

El día a día

"Poco a poco nos vamos acostumbrando a comer con la mano. La verdad que no es muy difícil pero tiene su técnica. Yo le empiezo incluso a encontrar el truquillo y por momentos me parece más cómodo que los cubiertos. A lo que no nos acostumbramos tanto es a comer sentados en el suelo. A Efrén le cuesta cruzarse de piernas y ha inventado una nueva postura. A mí me dan una de las banquetitas que usamos para sentarnos en el suelo como mesa. Les parece que estoy más cómoda. Nos gusta adaptarnos a esta nueva vida… pero no nos acostumbramos a comer rodeados de moscas. Ellos dicen que es la época, que no ocurre todo el año. Por suerte, el humo del fuego de la cocina las espanta de vez en cuando".

En Nepal como en India y muchos otros países del mundo se come con la mano derecha. Rara vez utilizan cubiertos aunque en general siempre tienen cucharas que utilizan para servir o dar de comer a los más pequeños de la casa. Utilizar la mano izquierda es de mala educación ya que es la que se utiliza para limpiarse en el cuarto de baño. Y es que en muchos países del mundo no se usa el papel higiénico sino una cubeta con agua. Puede que a muchos de vosotros esto os parezca desagradable, pero es el día a día de muchas personas y, aunque difícil de creer, mucho más higiénico. Obviamente lavarse las manos con abundante jabón es también algo imprescindible (tanto antes y después de comer como antes y después de…).

Con Yuna y Gita preparando hojas para el taarkari de la cena.

Las mujeres fregando los platos

La cocina nepalí

"Me gusta sentarme con las mujeres en la cocina y verlas preparar la comida. Hoy ayudé a Yuna a hacer la cena. Cortamos las verduras con el cuchillo típico que es un instrumento extraño que se sujeta con el pie. Es el cuchillo tradicional… a mí me parece incomodísimo. Además me dejaron preparar el “pickel”, la salsa que hacen para acompañar la comida. ¡El de Yuna es el mejor! Ella le echa menta y le queda buenísima. Uno de los ingredientes principales del "pickel" son las semillas de marihuana, que le dan una textura especial (y para quien se lo pregunte, no, no coloca). Para las legumbres y el arroz siempre usan una olla a presión. Es distinta a la nuestra, más parecida a la que usan los marroquíes. Me fascina ver cómo cocinan al fuego y como controlan su fuerza, avivando o apagando las llamas. Tan diferente a nuestras cocinas eléctricas o de gas…"

El horario nepalí es muy distinto al nuestro. Se levantan hacia las 5:30 de la mañana, antes del amanecer para empezar a trabajar en la casa, atender los animales, etc. Toman un pequeño desayuno con té de leche y unas galletas o unas gachas de maíz. Hasta las nueve-diez de la mañana, hora a la que se toma la comida principal, hacen recados o simplemente disfrutan de la vida en familia. Después de comer se van al trabajo (en oficinas, negocios) y los niños a la escuela. Hacia la una de la tarde hay quien toma un aperitivo y a las cinco otro té con galletas (una especie de merienda). No es hasta las 7 u ocho de la noche que se toma la cena, la segunda comida importante del día.

El plato típico de las familias nepalíes (sobre todo las que viven en las zonas rurales con pocos recursos) es siempre el mismo. La base principal es el arroz (bat), una pequeña porción de verduras (taarkari), la sopa de legumbres (daal) con la que se empapa el arroz y el pickel, que a veces puede ser picante. Los ingredientes se amasan con la mano derecha y se van comiendo en pequeños puñaditos que se empujan hacia la boca con el dedo pulgar. Todo un ritual. Para beber, agua o té. Los nepalíes solo toman refrescos en ocasiones especiales y rara vez consumen alcohol en casa.

Aprendiendo recetas neplíes con Yuna

Preparación del "pickel"

Gita pelando ajos con el chuchillo tradicional nepalí

La escuela

"Ya empezamos las clases en la escuela. Es una escuela gubernamental, o sea, pública. La escuela tienen muy pocos recursos. Las clases no tienen luz eléctrica y, como las ventanas no tienen cristal, cuando llueve o hace frío hay que cerrar las contraventanas. Es tan raro ver a los chicos escribir en esa penumbra… Algunas de las clases no tienen mesas ni sillas. Nos sentamos todos en el suelo, bueno, en realidad es una plataforma de madera que hay en estas clases, ya que el suelo está frío. A mí me gusta sentarme con los niños y estar a su altura".

Durante nuestras semanas en Palung aprendimos mucho del sistema educativo nepalí, sobre todo gracias a Bijay, el profesor de inglés, nuestra referencia en la escuela. Nos habló de cómo funcionan las cosas en su país, cómo se preparan a los profesores, cómo se consigue una plaza, sus motivaciones, sus frustraciones… No es fácil ser un profesor con ilusión como él. Bijay es un joven motivado y con ganas de enseñar. Además está muy preparado. A él le gustaba preguntarnos sobre los sistemas educativos en Europa y explicarnos las dificultades que ellos encuentran cada día. Bijay es muy distinto a los otros profesores. Busca un cambio. Creo que consigue ver nuevos horizontes para los chicos.

"Poco a poco nos estamos dando cuenta que, menos Bijay, los otros profesores tienen un sentido de la responsabilidad muy diferente al occidental. Llegan tarde, o a veces ni siquiera vienen. Todos los días hay al menos una clase sin profesor, así que hemos propuesto a Bijay y al director que nosotros supliremos las plazas vacantes. […] Como [los chicos] ya tienen una hora de inglés al día, hemos pensado hablar de cosas diferentes cuando cubramos las horas sin profesor. Hemos empezado a hablarles de nuestro viaje usando el mapa del mundo que hay en la sala de profesores. Nos hemos quedado de piedra al descubrir que sólo saben situar Nepal en el mapa. No saben donde está India o qué son los continentes. ¡Y eran los de último curso!"

La educación pública en Nepal es muy básica. Tienen sin duda una gran falta de recursos, pero necesitan también preparar mejor a sus profesores. Las clases se basan principalmente en las repeticiones. Los niños están entrenados para repetir todo lo que el profesor dice, al unísono. Casi nunca saben lo que dicen. Y los hay a los que les cuesta mucho leer, sobre todo en inglés. Hay que saber que el idioma nepalí utiliza un alfabeto diferente al latino. Los peques tienen que empezar a aprender inglés cuando aún no saben leer ni escribir bien en nepalí. Y para la mayor parte de ellos, el nepalí no es ni siquiera su lengua materna.

"Hoy por fin me atreví a preguntar sobre las castas en el colegio. Nuestros alumnos de la escuela de Palung vienen de los pueblos de las montañas. Los hay que caminan todos los días más de dos horas para llegar a clase. Parece ser que los que habitan las partes altas de las montañas son budistas y pertenecen a las castas más bajas. En su casa (y entre ellos) no hablan nepalí. La escuela no sólo los acerca al inglés y el mundo exterior, sino al nepalí y a otros pueblos de su propia nación. Nos queda aún tanto que aprender…"

En la actualidad, todos los niños nepalíes tienen acceso a la educación pública, independientemente de su origen económico o social. Poco a poco, los padres empiezan a ser conscientes de la importancia de la educación y cada vez hay más niños que acuden a la escuela primaria cada año. Muchos de nuestros alumnos nunca saldrán del país, nunca verán el mar y puede que los haya que nunca vean su tan querido Monte Everest (Sagarmatha en nepalí). Aún así tienen derecho a soñar, a conocer el mundo y querer cambiarlo, al igual que hace Sapan, que hace años era alumno de esta misma escuela.

Niños de la escuela viendo un partido de fútbol durante el recreo

En clase con Bijay y con los niños de tercer grado

El terremoto

"Palung, el pueblo donde decidimos pasar estas tres semanas, sufrió mucho tras el terremoto de 2015. Muchas familias perdieron sus casas y tuvieron que ser alojadas en casas temporales. La familia Hamal, nuestra familia de acogida, estuvo viviendo en la escuela del pueblo los siete meses siguientes a la catástrofe, según nos ha contado Ba, el patriarca. Los meses pasaban y las ayudas prometidas por el gobierno no llegaban. Cuando varios de los miembros de la familia empezaron a enfermar se dieron cuenta que no podrían aguantar mucho más tiempo viviendo en la escuela. Entonces decidieron que era el momento de empezar por su cuenta la construcción de una nueva casa".

Tras el terremoto, el gobierno nepalí diseñó un programa que obliga a las familias a construir las nuevas casas siguiendo un modelo que garantiza cierta resistencia en caso de una nueva sacudida. Se acabó el construir casas con piedra y adobe. En teoría es una buena idea, pero en la práctica la tarea es mucho más complicada ya que construir este tipo de casas supone un gasto desorbitado para una familia nepalí. Los Hamal empezaron a construir su nueva casa mediante créditos, préstamos y ayuda de familiares y voluntarios. Hoy en día tienen ya levantada un pequeña casa de dos pisos con cuatro habitaciones. Como cocina siguen usando el único cuarto que no se derrumbó de su antigua casa, que tenía tres pisos y trece habitaciones. Puede que quien esté leyendo esto se sorprenda por el tamaño de la casa, pero debe saber que en Nepal viven normalmente en una misma casa varias generaciones: padres con sus hijos y nietos o algún otro familiar. Sólo las mujeres dejan la casa familiar cuando se casan, ya que pasan a vivir con la familia del marido.

Una de las casas afectadas durante el terremoto

Sanjana cargando ladrillos en el doko para la cocina nueva

La escasez de agua

"El pueblo donde estamos se encuentra una zona rural a unos 60 Km de Palung rodeada de colinas verdes llenas de vegetación y terrazas de cultivo. La gente cultiva patatas, calabaza, coles, cebollas, setas… a veces incluso arroz. En esta zona nunca ha habido problemas con el agua… al menos hasta el momento del terremoto. La familia nos cuenta que tenían un grifo que vertía agua las 24 horas del día. Desgraciadamente, tras el terremoto de 2015 los acuíferos subterráneos de los que se abastecían a los habitantes de Palung “desaparecieron“. La tierra se movió filtrando esta agua a otro lugar. Caprichos geológicos. Desde entonces, la escasez de agua ha hecho la vida de esta gente aún más difícil. Hay que medir cada gota que se gasta. Las duchas han pasado a ser cosa de días especiales (a nosotros nos cuesta un poco adaptarnos) y regar los campos es una tarea cada vez más tediosa y complicada ya que hay que acarrear calderos de la poca agua que se encuentra en los alrededores. Muchas cosechas se han echado a perder. […]

Ayer acompañamos por primera vez a Gita y a Yuna a regar los huertos. Teníamos que recoger el agua en calderos del único charquito que queda a unos 200 metros de los huertos. Las plantas se están secando. La escasez de agua es peor de lo que creíamos. En el charquito hay decenas de mariposas que vienen aquí a beber… o a morir…. Al volver a casa vimos un cervatillo. Los animales también están desesperados por encontrar fuentes de agua. Todos venimos a este charco embarrado a robar el poco agua que queda."

Con parte del dinero de Running for Nepal (puedes leer más en nuestro post anterior) y con ayuda de Sharad, uno de los hijos de la familia Hamal, compramos los ladrillos para empezar la obra. Nos llevó tres días acarrearlos hasta la casa. Parecía que por fin íbamos a poder empezar las obras hasta que llegó el constructor y nos dijo que necesitaríamos acumular muchos más litros de agua antes de poder comenzar las obras. Aquello fue un palo para nosotros. Un obstáculo más…

"Recibimos la noticia del constructor como un jarro de agua fría. Las obras se paran hasta que consigamos una solución al problema. Entre tanto los vecinos hace semanas que buscan una solución. Las cuatro familias que junto con la Hamal se abastecen del mismo depósito han encontrado una nueva fuente. Con la ayuda de una ONG consiguieron una nueva tubería para cambiar la traída del agua. Hoy fuimos de expedición con unos vecinos a cambiar la tubería. No parecen muy seguros de qué hacer. Al final Efrén les da un par de consejos y entre todos consiguen una “solución”. Parece que por fin vamos a tener más agua. Sin embargo, tras un par de comprobaciones nos damos cuenta que el agua no llega al depósito como era de esperar. Tiene que haber alguna fuga o puede que la tubería esté atascada. Esto vuelve a retrasar las obras.

[…]

Hace dos días que consiguieron desatascar la tubería y por fin tenemos algo más de agua. No es ningún milagro pero hemos podido lavar la ropa y se terminaron los paseos a otras fuentes a llenar bidones. La familia está contenta. En unos días podríamos empezar con la obra de la cocina. A nosotros nos quedan sólo tres días aquí y tememos no poder ver grandes progresos antes de marchar. Nos gustaría poder ayudarlos a terminar la cocina… El tiempo ha pasado muy deprisa. Nos gustaría poder quedarnos aquí otro par de meses… Aquí tres semanas es tan poco tiempo…"

Recogiendo agua, a las 6 de la tarde como cada día,

y lamentándose de que cada vez hay menos.

Los vecinos reunidos para cambiar la tubería.

En estos meses de viaje hemos aprendido a vivir con más tranquilidad, a ser más pacientes. Hemos intentado respetar los ritmos y cadencias de otros pueblos y culturas. No es fácil para los occidentales que vivimos en un mundo de precisiones y certezas donde nuestros días, semanas, meses e incluso años están programados hace tiempo. Horarios, puntualidad, retrasos, citas previas… son conceptos que pocos pueblos conocen aquí en Asia. Para nosotros a menudo es un retraso. “Así no avanzan“, pensamos. Pero no podemos imponerles nuestro ritmo tan estresante. Lo más probable es que al principio les gustara pero pronto lo rechazarían. En nuestros días programados no hay momentos para parar a charlar con el vecino, para tomar un té con el cliente, para esperar hora y media a que llegue el autobús o simplemente mientras disfrutamos de la vida.

"En tres días dejamos Palung pero nos llevamos este lugar, la familia Hamal y los niños de la escuela en un rincón de nuestro corazón. Volveremos, seguro, para ver la nueva casa, la cocina y los nuevos miembros de la familia que estarán por llegar".

178 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page