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  • Carmen con uVe

Nuestra ruta por tierras birmanas. Parte primera: de Yangón al lago Inle


Y por fin llegaba el momento de descubrir Myanmar, uno de los destinos estrella de nuestra ruta alrededor del mundo. Habíamos leído mucho sobre el país y su gente, nos habíamos impregnado de su cultura a través de documentales, guías y las experiencias de otros viajeros (aunque aún son pocos los que visitan este rincón del sudeste asiático). La cabeza estaba llena de ideas preconcebidas y las expectativas eran altas. Eso nos asustaba un poco ya que no es bueno idealizar. Sin embargo, Myanmar fue lo esperado y mucho más. Descubrimos un país diferente con un corazón de oro.

Como nos adentrábamos por primera vez en tierras birmanas estábamos obligados a visitar los lugares más concurridos por los turistas como Bagán o el lago Inle. Además, decidimos seguir los pasos de los colonos británicos subidos en uno de los trenes más lentos del mundo. Cruzamos el viaducto Goteik y visitamos los jardines coloniales de Pyin oo Lwin. Nuestra ruta nos llevó también por grandes ciudades como Yangón y Mandalay así como por zonas más rurales en los alrededores de Hsipaw y Hpa An.

En el camino nos encontramos con mucha gente que marcó nuestros pasos, no sólo birmanos sino también viajeros de diferentes nacionalidades que harían de nuestro mes en Myanmar una de las etapas más bonitas de nuestro viaje. Un viaje lleno de buenas vibraciones y energía positiva que desde Con uVe de Viaje os queremos transmitir a través de una pequeña guía que sigue nuestros pasos por el país. En ella os hablaremos de nuestras impresiones y experiencias e incluiremos algunos datos útiles sobre los lugares que visitamos. Esta serie de entradas no pretende servir de “guía de viaje” sino de inspiración para quien quiera adentrarse en el corazón dorado de Asia.

En esta primera entrada os presentamos tres destinos imprescindibles: Yangón, Bagán y el lago Inle.

YANGÓN

Tras cruzar la frontera tailandesa llegamos a Myawaddy donde cogimos un bus que nos llevaría hasta Yangón, una de las antiguas capitales birmanas. Yangón presenta la imagen más desoladora de Myanmar. Puerta de entrada para muchos turistas que llegan en avión fue para nosotros un choque “aterrizar” allí desde la modernizada Tailandia. La suciedad y la dejadez de sus calles me hace pensar en un escenario de post-guerra. Esta imagen empobrecida choca con los altos precios para turistas establecidos por el gobierno que nos recuerdan la delicada situación política del país.

En medio de esta imagen decadente se levanta una de las pagodas más impresionantes de todo el continente: la pagoda Shewedagon. Es mejor visitarla al final del día y esperar la llegada del atardecer. Su color dorado se ilumina durante la puesta de sol y la pagoda parece envolverse de luz. Un momento mágico.

Es probable que muchos de los que lean este post y hayan visitado Yangón no compartan conmigo esa imagen de desolación que describo. Cierto es que la ciudad tiene su encanto y hay que saber encontrarlo. Hay que perderse en sus calles de edificios coloniales abandonados, por los mercados abarrotados de gente, pasear por el parque Bogyoke o visitar el buda reclinado de Chaukhtatgyi. Hay que sentarse a hablar con su gente y descubrir la ciudad a través de sus palabras. Es entonces cuando la imagen cambia y uno empieza a descubrir la belleza de una ciudad en la que hasta hace poco estaba prohibida la circulación de motos, por el capricho de un paranoico dirigente.

INFO ÚTIL

Las distancias son grandes en Yangón, sobre todo si uno se aloja lejos del centro, así que no siempre es posible moverse a pie. Ahora bien, los transportes son muy baratos. La ciudad está plagada de taxis y es una experiencia bonita intercambiar ideas con algún taxista local. No obstante, para nosotros lo más divertido fue subirnos en los autobuses locales (200 kyats) y rodearla en el tren circular.

Durante nuestros días en Yangón nos alojamos en el hotel My Inn U Chit Maung, ideal si no os importa dormir lejos del centro de la ciudad. Las habitaciones están muy limpias y bien equipadas y es sin duda el alojamiento más barato siempre y cuando se reserve por Internet.

Recomendación con uVe: una cena en el restaurante LinkAge, donde además de disfrutar de la deliciosa comida birmana podréis formar parte de un bonito proyecto educativo y de reinserción. Echad un vistazo a su página de Facebook.

BAGÁN

Bagán y sus 2220 templos y pagodas es una de las imágenes más conocidas de Myanmar y visita obligada para todo aquel que quiera descubrir estas tierras áridas. El viaje en tren que nos llevó allí desde Yangón fue largo y polvoriento pero puede que nos ofreciera las imágenes más bonitas de nuestra ruta por el país: niños de ojos brillantes que salen a ver pasar el gigante de hierro, campos desérticos llenos de palmeras por el que circulan hombres conduciendo carros tirados por bueyes y hornos humeantes cociendo ladrillos.

Muchos viajeros llegan a esta antigua capital del Imperio Birmano atraídos por la idea de sobrevolar este sitio arqueológico. Todos los días al amanecer el cielo se cubre de globos aerostáticos que hacen este lugar aún más espectacular. Aunque Bagán es grandioso a cualquier hora del día, los turistas se agolpan en los templos principales al amanecer y al atardecer.

Estos templos, pagodas y estupas se empezaron a construir en el siglo XI por orden del rey Anawrata, al que se considera el gran introductor del budismo theravada en Birmania. Se dice que la ciudad albergaba palacios, monasterios y otros edificios además de los templos pero la mayoría (construidos en madera) fueron destruidos durante los ataques de las hordas de Gengis Khan. En la actualidad muchos de ellos han sido renovados aunque, como ocurre con los templos de Angkor en Camboya, aún queda mucho por hacer.

Nosotros pasamos allí tres días y aprovechamos no sólo para perdernos entre los templos en bici y en moto sino también para hacer una pequeña excursión al Monte Popa (volcán extinguido) y al monasterio que se encuentra en frente, importante centro de peregrinación budista.

INFO ÚTIL

Hasta no hace mucho existía un boicot a los lugares gestionados por el gobierno birmano y se animaba a la gente a no pagar la entrada de, por ejemplo, los templos de Bagán, evitando así la financiación del gobierno militar corrupto. Aunque parece que el boicot ya no tiene sentido con el nuevo gobierno, hoy en día existen aún muchos taxistas que ofrecen una ruta alternativa para saltarse “la parada” en la oficina de venta de entradas. Quien visite Bagán sin entrada debe evitar los tres templos principales al amanecer y al atardecer que es cuando los agentes realizan los controles.

Para moverse lo mejor es la moto (eléctrica, que es la única que está permitido alquilar) o la bicicleta. También se puede hacer un recorrido en un carro tirado por caballos o en alguna excursión organizada.

Existen infinidad de alojamientos tanto en Old Bagán, New Bagán y Nyaung u. Nosotros nos alojamos en la guest house Pann Cherry, probablemente una de las más baratas de Nyaung u. El lugar es agradable (si no se esperan grandes lujos) y está bien situado. No incluye desayuno pero justo al lado hay una cafetería muy concurrida dónde se puede disfrutar de un desayuno local (con precios también locales).

Recomendación con uVe: en la calle principal de Nyaung u hay un pequeño restaurante vegetariano regentado por una familia. Los precios son muy asequibles y es la mejor forma de probar las especialidades birmanas. ¡No os perdáis la ensalada de patata! ¡Ni la de hoja de té!

LAGO INLE

Tras los días de calor sofocante en Bagán pusimos rumbo al Lago Inle, el más importante del país (y uno de los lugares más visitados de Myanmar) en un bus nocturno que se convertiría en una pequeña pesadilla para mí ya que sufrí mi primera y última intoxicación alimenticia hasta la fecha.

Este lago de agua dulce situado en las montañas del estado de Shan es el lugar ideal para pasar unos cuantos días y descubrir una de las regiones más interesantes de Myanmar. El tour en barca por el lago es visita obligada y permite conocer la vida entorno al lago y los oficios de sus habitantes. Desgraciadamente las excursiones en barca por el lago están enfocadas al turismo y cada parada se convierte en una pequeña “trampa” comercial. Aun así, es interesante ver cómo se fabrican los cigarros, cómo se teje la ropa tradicional, cómo se hacen las sombrillas o cómo se trabaja la plata. Otra de las paradas del tour es en uno de los mercados. Cada día de la semana hay uno diferente así que es importante elegir bien el día de nuestra visita. Nosotros tuvimos la suerte de pasearnos por el de Phaung Daw Oo Pagoda y mercar con los agricultores venidos de diferentes zonas del estado.

Aunque el lago es el motor económico de esta zona, existen muchas otras actividades que se pueden hacer durante los días en el Lago Inle. Alquilar una bicicleta (el alquiler de motos está prohibido aquí) y visitar los alrededores del lago donde existen distintos templos y monasterios. Acercarse a los viñedos de Red Montain y degustar los vinos birmanos. Para ser honestos, los vinos de la degustación son bastante mediocres pero merece la pena ver el atardecer desde este lugar privilegiado.

Y si se quiere descubrir más sobre la cultura birmana, os recomendamos asistir al teatro de marionetas (Aung Puppet Show), un arte que se ha transmitido de generación en generación a lo largo de la historia birmana. Antiguamente estos espectáculos se hacían en la calle y duraban toda la noche. Los titiriteros viajaban de pueblo en pueblo animando las veladas de sus habitantes. Hoy en día esta tradición se está perdiendo y somos principalmente los extranjeros los que venimos a deleitarnos con los movimientos de los personajes de madera.

Otra manera de entretenerse al final del día es asistir a la proyección de la película “The son of the Lake” que se realiza cada día en el restaurante “The French Touch”. Una bonita historia cuyo protagonista es un monje budista que nos permite entender un poco mejor la vida del lago así como el día a día de todos esos jóvenes birmanos que viven y estudian en los monasterios del país.

INFO ÚTIL

La mejor forma de llegar al lago es en autobús hasta Shwe Nyaung, donde se encuentran la mayor parte de los alojamientos y restaurantes. Los extranjeros tenemos una entrada por visitar el lago (12500 kyats por persona) al llegar.

Como alquilar moto está prohibido, lo mejor es hacerse con una bici (casi todos los hoteles tienen este servicio) o moverse en taxi. Para moverse por el lago o los canales hay que usar las barquitas de madera. ¡No os olvidéis de regatear! Hemos visto turistas pagar más del triple que nosotros.

Los alojamientos, como ocurre en todo el país, son bastante caros ya que se aplican precios diferentes para los extranjeros. Nosotros nos alojamos en el Lady Princess Hotel y conseguimos sacar la noche a 16 dólares con desayuno incluido. El lugar está muy limpio y todas las chicas son muy amables. Eso sí, los problemas con la electricidad y el agua caliente son constantes.

Recomendación con uVe: apuntarse al curso de cocina de Myo Myo, una birmana de mucho carácter, fiel seguidora de Aung Sang Suu Kyi y que os abrirá encantada las puertas de su casa para cocinar juntas en la cocina que ha construido en el jardín. Con Myo Myo pasé una mañana muy divertida y disfruté de la deliciosa cocina birmana, tan sencilla y a la vez tan sabrosa.

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