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  • Carmen con uVe

Diario de Rusia: Kazán


Tras descubrir (redescubrir en mi caso) la dos grandes ciudades rusas, pusimos rumbo a Kazán, la autoproclamada tercera capital rusa. Aunque mucho más pequeña que San Peterburgo y Moscú, Kazán es una caja de sorpresas. Lejos del esteriotipo de ciudad rusa, la capital del Tatarstán sorprende al viajero por su diversidad, tanto urbanística como cultural.

Llegamos de Moscú en un tren que de nuevo nos dejó perplejos y es que hay trenes rusos que no tienen nada que envidiar a los de algunos países centroeuropeos. Luego descubriríamos que la calidad de los trenes disminuye a menudo que uno se aleja de Moscú. La estación de tren, como en la mayoría de las ciudades rusas, es impresionante y hace que uno se sienta bien recibido. Nos costó 5 minutos escasos llegar al Hostel Avrora que habíamos encontrado por Hostelworld. Viviríamos entonces nuestro primer lost in translation ya que el personal no hablaba inglés. Lilya, la encargada, nos acogió con mucho cariño y pronto nos hicimos una foto juntos. Mientras preparaba los papeles del check-in me dijo que le gustaba mucho mi nombre que era como el de la famosa ópera. Además, para que no nos aburriéramos nos puso un programa de modelos en la televisión y fue dándonos explicaciones varias sobre los personajes que aparecían en el programa.

Visto ahora en la distancia he de decir que pese a nuestro desconocimiento del idioma aún sacamos bastantes cosas en claro de nuestra conversación. Y es que tanto Lilya como Sergei, el joven con el que compartíamos habitación, y los demás huéspedes no pararon de hablarnos en ruso el día y medio que estuvimos en el hostel. Pese a yo no soy muy fan de los traductores automáticos, he de dar las gracias a Mr. Google Translator ya que nos saco de más de un apurón.

Al día siguiente antes de dejar el hostel intercambiamos de nuevo un momento muy especial con Lilya que nos mostró música y videos (en su mayor parte propagandísticos) de Kazán y el Tataristán, emocionándose incluso. Nosotros a cambio le mostramos Asturias y le intentamos explicar de dónde veníamos. Yo conecté con ella desde el principio y al despedirnos nos dimos un fuerte abrazo. Su manera de expresar su agradecimiento fue un “I love you” en inglés como frase de despedida.

En su lucha por convertirse en la tercera capital rusa, Kazán pone todos los medios para recibir bien al turista. La ciudad ha vivido un auge en los últimos años que se nota a cada paso: edificios nuevos, otros en construcción, un magnífico paseo a la orilla del Volga, estaciones de metro con información en inglés… Además cuenta con una de las primeras oficinas de información turística del país, el la calle Kremlyovskaya. Allí puedes recoger un mapa gratuito y recibir toda la información que necesites. El mapa marca varios recorridos turísticos y dado el tamaño de la ciudad se pueden hacer todos fácilmente en un par de días (incluso menos).

Sin duda alguna el punto más importante de la ciudad es su Kremblin que alberga nada menos que nueve museos, la catedral ortodoxa de la Anunciación, la mezquita Qul Sharif y algún edificio gubernamental. La entrada (a la ciudadela) es gratuita y se puede visitar tanto de día como de noche. El interior de la mezquita y de la catedral (también gratuitas) merecen una visita y hacen reflexionar sobre la posibilidad de coexistencia entre culturas y religiones. Debo admitir que no era en Rusia donde esperaba encontrarme este ejemplo de tolerancia.

Nota con uVe: quien tenga algo más de tiempo en Kazán, puede acercarse a Staroye Arakchino, al templo de todas las religiones, un magnífico edificio que aún está en construcción y que intenta representar con su espectacular estilo 12 religiones distintas. Nosotros lo vimos desde el tren y nos quedamos con ganas de más. Se llega cogiendo el bus número dos desde la estación de tren.

Otra parte de la ciudad que merece la pena visitar es el viejo asentamiento tátaro, un barrio donde se pueden ver casas tradicionales tátaras, completamente de madera y pintadas de colores muy vivos. ¡Una maravilla! En este barrio es donde se encuentran todas las mezquitas (excepto a del Kremblin) y la mayoría de comercios y restaurantes musulmanes de la ciudad. Hay que saber que en el pasado la ciudad estaba dividida y tátaros y rusos vivían separados y en cierto modo esta división sigue latente.

Un paseo que también merece la pena es el que se extiende a lo largo del río Volga, desde dónde se puede ver el lado nuevo de la ciudad, el maravilloso edificio del Ministerio de Agricultura o el Kremblin desde una perspectiva diferente.

Otro de los puntos clave de Kazán es la calle peatonal Bauman, dónde se encuentran infinidad de tiendas, cafeterías, establecimientos de comida rápida o de souvenirs. En esta calle te puedes hacer una foto con la réplica del carruaje que paseó a Caterina II en su visita a Kazán o con el gato de Kazán. Al final de Bauman, encontramos la calle de San Petersburgo, un paseo regalo de la ciudad de los zares a los habitantes de Kazán. Siguiendo esta calle se llega hasta el Teatro de Marionetas y al complejo Tugan Avylym, un poblado de madera que a pesar de ser artificial y turístico, merece una rápida visita, sobretodo si uno viaja con niños.

No podíamos terminar nuestro recorrido de Kazán sin mencionar la catedral de Pedro y Pablo, un edificio único, ni la universidad de la ciudad, una de las más importantes y antiguas del país. Vladimir Ilich, al que todos conoceréis por el nombre de Lenin, fue estudiante de dicha universidad de la que fue expulsado por revolucionario. En la actualidad, se levanta en frente de la entrada principal la única estatua de un joven Lenin que se puede ver en el país.

Dejamos Kazán de noche con un muy buen sabor de boca y con ganas de más aventuras transiberianas. Nos esperaban 55 horas de viaje en el tren rumbo a los Urales, rumbo a Ekateriburgo.

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