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  • Carmen con uVe

Ruta por Vietnam: Ho Chi Minh City y los túneles de Cu Chi


Tras un par de días de descanso en el Delta del Mekong, ponemos rumbo a la caótica Ho Chi Minh City (HCMC), más conocida como Saigón. Alcanzamos la ciudad en las horas de más calor entre miles de motos, cláxones, pitidos y ruidos de todo tipo, imagen que define la ciudad. Viendo que los taxi-moto nos querían cobrar más por llevarnos al hotel de lo que habíamos pagado por las tres horas de autobús, decidimos ir andando hasta el hotel. Aunque nos quedaba una larga tirada y el peso de las mochilas se acumula al cansancio, el paseo mereció la pena ya que pudimos quedarnos con una idea de lo que son las calles de HCMC que, a estas alturas del año, ya están llenas de flores rojas y amarillas, de pancartas y adornos deseando un feliz año nuevo.

Decoración del Nuevo Año Lunar

Chúc Mừng Năm Mới (Feliz Año Nuevo en vietnamita)

Llegamos al hotel Blue River 2 y una vez más quedamos sorprendidos por la limpieza y calidad de las habitaciones. No podemos quejarnos, en Vietnam la relación calidad-precio de los hoteles es remarcable. Tras darnos una ducha y descansar un rato decidimos salir a comer algo y visitar el mercado y las calles del centro. No obstante, el destino tenía otros planes para nosotros y a unos 50 metros del hotel, tras doblar la primera esquina, vimos un grupo de unos 20 vietnamitas cantando y bailando alrededor de una mesa llena de comida y bebida. Lo que más llamaba la atención eran dos tíos negros, grandes y fuertes en el medio de la fiesta que cantaban por un micrófono subidos a una silla. El espectáculo no pasaba desapercibido así que nos acercamos para ver de qué se trataba. En menos de un minuto estábamos sentados cada uno en una silla con una bebida en la mano y acosados por 6 o 7 vietnamitas que nos querían dar de comer todo lo que había en la mesa. Excepto los dos chavales alemanes nadie hablaba inglés, con lo que fue una situación bastante peculiar entre gritos, buenos deseos para el año nuevo, vietnamitas borrachos ofreciéndonos bebida y comida sin parar, canciones y bailes encima de una banqueta. Se empezó a hacer de noche, bajó la música y después de un par de problemas de comunicación entendimos que nos estaban despidiendo con un difícil de descifrar “See you again”. La fiesta había terminado.

Celebrando al más puro estilo vietnamita

Sin embargo, esta fiesta improvisada no era la única sorpresa que nos deparaba el destino esa noche y un par de calles más adelante nos encontraríamos con Cayetan, un chico alemán al que habíamos conocido en el hostel de Kampot y con el que luego celebraríamos el Tet en Dalat. Juntos fuimos a los alrededores de la calle Bùi Viên, en el área de los mochileros, donde los bares se suceden unos detrás de otros con las peculiares terrazas vietnamitas de pequeñas mesas y sillas que parecen hechas para niños más que para adultos. Una forma perfecta de acabar un intenso día de viaje entre tapas vietnamitas y cervezas a 40 céntimos.

Brindando por los reencuentros

Al día siguiente decidirnos patearnos la ciudad. HCMC no tiene gran cosa que ofrecer al viajero en lo referido a monumentos o museos. El único museo que merece la pena visitar es el los Vestigios de la Guerra, si se quiere dar un repaso a la historia del país (y de EEUU) de los últimos dos siglos. El museo abre de 7:30 a 12:00 y de 13:30 a 17:00 y la entrada cuesta solo 15 000 dongs (60 céntimos). Quien lo visite debe estar preparado ya que las imágenes son fuertes y puede que haya momentos en que el visitante prefiera continuar la visita sin prestar mucha atención a las fotografías que allí se exhiben.

Dentro del museo de los Vestigios de la guerra

Otra de las visitas imprescindibles de la ciudad es la Basílica de Notre Dame. La iglesia no será muy impresionante a ojos de un europeo acostumbrado a las catedrales góticas pero es interesante ver este tipo de arquitectura colonial dentro de un país asiático. Del mismo estilo, también destaca la Oficina Central de Correos que está al lado de la basílica y el edificio del ayuntamiento, con la estatua de Ho Chi Minh al frente. El viajero no debería dejar la ciudad sin pasar por alguno de sus mercados. El que más gusta a los turistas es el Ben Thanh, sobre todo si quiere llevarse algún recuerdo.

Basílica de Notre Dame de Saigón

Oficina Central de Correos

Celebraciones previas al Tet delante de la estatua de Ho Chi Minh

Si, como nosotros, tenéis la oportunidad de ver el país durante las festividades del Tet no dudéis en visitar los mercados de flores.

Parece que HCMC fue para nosotros un punto de encuentro ya que esa misma noche pudimos cenar con los chicos de Planet Hero, que habíamos conocido en octubre a nuestro paso por Mongolia. Ellos llevaban ya un mes por Vietnam participando en varios proyecto con niños y terminaban aquí su periplo vietnamita antes de volar a Filipinas. Como ellos conocían mejor la ciudad, los dejamos escoger el restaurante y nos llevaron a una plaza con terrazas enormes llenas de locales comiendo “tapas”. Después de la cena decidimos volver a las terrazas de la zona de los mochileros a tomar una copas y despedirnos. Antes de irnos nos hicieron una pequeña entrevista para su web que no verá la luz hasta dentro de meses. Os tendremos informados.

Roni, de Planet Hero entrevistando a Carmen

Zona de los mochileros de HCMC

Nuestro ultimo día en HCMC nos levantamos temprano y conseguimos alquilar una de las motos más baratas de nuestro viaje para ir a ver los túneles de Cu Chi. Nos esperaban unos 40 Km de carretera hacia el norte hasta llegar a destino. Los vietnamitas, como la mayor parte de los asiáticos, conducen de forma algo inconsciente así que nos alivió descubrir que los carriles para motos están separados por una mediana de los que tienen que usar los coches y los camiones.

Llegamos a los túneles a tiempo para unirnos a un grupo con guía y no tener que esperar a que se forme otro. La entrada cuesta 90 dongs e incluye la visita guiada. Nosotros visitamos los túneles Ben Duoc que formaron parte de la red original y a los que llegan menos turistas. Normalmente los tours llevan a Ben Dinh, algo más cerca de la ciudad, que han sido construidos exclusivamente para ser visitados pero que no formaron parte de los túneles originales.

Efrén conviertiéndode en Vietcong por un día

Siguiendo a nuestro simpático guía hacemos la visita, nos metemos en los túneles y aprendemos un poco más sobre la historia de esta guerra injusta en la que murieron miles de civiles. Para quien nunca haya oído a hablar de los túneles, se trata de una red de más de 250 Km construida por las guerrillas del Vietcong para luchar y protegerse durante la guerra contra los Estados Unidos. La red contaba con tres niveles distintos, que servían no sólo de centro de operaciones, sino para curar a los heridos, pasar la noche, de centro de reunión y comunicaciones, entre otros.

Como acabamos la visita temprano, pudimos aprovechar y visitar el templo de Ben Duoc y sus jardines, que se encuentran dentro del mismo recinto. Otra razón para visitar éstos túneles y no los turísticos de Ben Dinh. Desde el templo se puede ver el río Saigón y un bonito paisaje que nos recordó nuestros días en el delta del Mekong. Decidimos pues volver a la ciudad por una carretera secundaria rodeados de campos de arroz y bonitos paisajes de fondo antes de incorporarnos de nuevo en la carretera que nos llevaría entre cláxones y motos de vuelta a HCMC.

Templo de Ben Duoc

Río Saigón a su paso por Ben Duoc

Ese mismo día dejamos la ciudad en un bus nocturno camino a Dalat, la ciudad de las flores que nos recibiría con un frío inesperado y donde celebraríamos junto a otros viajeros la entrada al nuevo año lunar, el año del mono.

Frutas decoradas para el Tet

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