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  • Foto del escritorCarmen con uVe

El canto de los gibones


Uno de los recuerdos más bonitos que nos llevamos de nuestra primera visita a Tailandia es sin duda el canto de los gibones. Fue en el bosque de Phuket dónde los escuchamos por primera vez y ese sonido nos acompañaría durante gran parte de nuestro viaje por el sudeste asiático. Al igual que uno se despierta con el canto del gallo, en Tailandia a menudo nos despertábamos con el canto de estos animales y una sonrisa se dibujaba en nuestra cara al recordar que cantaban en libertad.

Desgraciadamente, muchos gibones viven en cautividad. Aunque la caza de estos animales es ilegal en Tailandia, siguen siendo capturados para ser vendidos como mascota o como atracción turística. Seguro que muchos de vosotros recordáis haber visto en alguna película estos animales utilizados como mascota o habéis sido invitados a sacaros una foto con ellos, probablemente en un bar o delante de un templo.

Nosotros descubrimos la historia de los gibones en nuestra visita a la Reserva Forestal de Khao Pra Thaew donde se lleva a cabo el Proyecto de Rehabilitación de Gibones de la Fundación de Rescate de Animales Salvajes de Tailandia (WARF). El trabajo principal de este proyecto es recuperar a gibones que hayan sido ilegalmente sacados del bosque e reintroducirlos en su hábitat natural. El proceso no es nada fácil ya que muchos de ellos nunca han aprendido comportamientos naturales y, por tanto, no son capaces de sobrevivir por si solos en el bosque. A veces es cuestión de tiempo, incluso años. Otras, en cambio, es imposible y los gibones tienen que quedarse en el centro para siempre.

Lo más duro de la visita fue descubrir cómo son capturados los bebés por los cazadores furtivos. Los bebés gibones van siempre agarrados a la tripa de su madre hasta que son lo suficiente mayores para ir solos por el bosque. Para capturarlos, los furtivos deben disparar a la madre, que al morir, desprende al bebé que caerá y podrá ser “recogido” por los cazadores. Toda una familia es destrozada. Una vez vendidos, los gibones sólo pueden ser utilizados hasta los 3 o 4 años ya que después se hacen demasiado fuertes y ruidosos para ser controlados pudiendo ser incluso peligrosos. Terminan pues sus días en una jaula o asesinados por sus propios dueños.

Durante nuestra visita al centro de rehabilitación pudimos ver a algunos gibones y escuchar su canto así como descubrir sus historias, la de Guiness, Arya, Phi Phi y muchos otros compañeros. Algunos de ellos ya han sido reintroducidos en el bosque. De hecho, gracias a este proyecto que se puso en marcha en 1992, un gran número de gibones ha sido reintroducido en el bosque de Phuket estableciendo una población independiente, silvestre y reproductiva. Muchos bebés están naciendo convirtiendo este proyecto en el más exitoso de su género en el mundo.

Desde Con uVe de Viaje queremos compartir su historia y dar a conocer este magnífico proyecto. Si os gusta y queréis saber más sobre él podéis echar un vistazo a su página web. Se puede participar con ellos como voluntario en el centro, mediante donaciones o adopciones y, sobre todo, difundiendo su mensaje.

Todos podemos hacer algo para evitar este comercio cruel e inmoral:


- No te hagas fotos con animales salvajes (y nunca pagues por ello) - No frecuentes bares o lugares que los utilicen como reclamo turístico - Difunde el mensaje

Gibones en libertad. Tonsai, Tailandia.

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